Naileth López Beleño
«Como los girasoles, que en el ocaso inclinan su cabeza bajo el peso de la oscuridad, pero al amanecer se alzan en busca de la luz, nosotros también encontramos en Dios la fuerza para levantarnos, incluso en nuestros momentos más oscuros. Su amor, siempre presente, nos restaura y guía, igual que la luz del sol para los girasoles».El duelo transforma, es cierto, marca con cicatrices que quizás nunca desaparezcan por completo del corazón de quien lo atraviesa. Pero ese mismo dolor puede ser el suelo fértil en el que es posible, aunque no lo parezca, florecer de nuevo.«Girasoles en el ocaso» nace de un espacio donde el dolor y la pérdida tocaron la vida de la autora de una manera inesperada y transformadora, y se convierte en una conversación íntima, una invitación a acercarse a la fuente de consuelo divino. En él no encontrarás respuestas fáciles ni soluciones rápidas, pero sí una mano amiga de alguien que ha sentido el vacío del duelo, y que ha encontrado, en medio de ese vacío, la presencia reconfortante de Dios.La tristeza puede inclinar nuestro corazón, pero no lo detiene para siempre. 10